Juego de Lágrimas: la
realidad de IRAK
Un poco más de una década
atrás, George W. Bush, iniciaba la acción armada denominada "Tormenta del Desierto" a fin de quitar del medio
a Saddan Hussein. Claro que el operativo de la máquina bélica norteamericana se
presentaba en defensa de la Democracia y en legítima defensa ante un posible
ataque iraquí, país que supuestamente contaba con armas de destrucción masiva.
El pueblo iraquí debía recibir al ejército salvador que les devolvería, además,
sus derechos.
Lo que primero se develó es
que las armas de destrucción masiva nunca existieron, Joe Wilson, el consultor
de la CIA, puso al descubierto la mentira a partir de su revelación en el
diario New York Times “Lo que no encontré en África”.
Pero además, lejos de
convertir a Irak en un paraíso democrático, la realidad de Irak hoy es un país
sin infraestructura, con 1,3 millones de desplazados sin hogar, casi sin agua
potable, ni transporte público ni electricidad, el sonido de los generadores
inunda calles y hogares.
A la falta de
infraestructura se suma la falta de instituciones. El sistema educativo fue
pulverizado por la guerra y la Constitución del 2005 tiene muy poca legitimidad
real. Las elecciones realizadas son dudosas y lejos de pacificar al país, han
profundizado las diferencias sectarias étnicas y religiosas. Siendo una
república parlamentaria en lo formal, lo cierto es que el gobierno de
extracción chiíta de Al Miliki es autoritario e ineficiente, lo cual abona las
diferencias con los sunnitas y kurdos; la falta de ejercicio institucional pone
muy difícil la solución de las diferencias, bloqueando la toma de decisiones
políticas.
El panorama es terreno
fértil para los integristas musulmanes quienes instan a la población a la
guerra santa contra un gobierno “puesto por los invasores”. Dos facciones se
destacan, la célebre red “Al Qaeda” y los yihadistas de “Al Nusra” y “estado
Islámico Sirio Iraquí”. Las últimas noticias indican que han tomado una región
importante de Irak, incluyendo las ciudades de Ramadi y Faluya, provocando la
intervención del gobierno nacional y el anuncio norteamericano del envío de
drones y misiles.
En abril de éste año se
realizarán elecciones en un país destruido, sin instituciones, con un gobierno
autoritario pero debilitado, y con fuerzas centrífugas que amenazan con
destripar al país en tres. Así, la promesa norteamericana de democracia y
libertad con finalidad de la intervención se presentan para el ciudadano iraquí
como un mero juego de intereses, que para ellos, después de décadas de
sufrimiento, es un juego de lágrimas.