sábado, 30 de mayo de 2015

MAR ADENTRO

La Corte Internacional de Justicia es el máximo órgano jurisdiccional de Naciones Unidas, principalmente entiende litigios entre estados, por ejemplo, conflictos fronterizos.
Durante la primera semana de mayo de 2015 se escucharán escucharán las alegaciones de las representaciones de Chile y Bolivia. Los Chilenos intentan que el caso presentado por Bolivia no sea examinado por el Tribunal. Es que Bolivia solicitó en 2013 a la Corte que se ordene al Gobierno de Chile a sentarse a la mesa de negociaciones a fin de cumplir con distintas promesas hechas por sus gobiernos de dar a los bolivianos una solución a la reclamada salida al Océano Pacífico, algo que el presidente Evo Morales califica como “derecho expectaticio”, es decir, la satisfacción de una expectativa creada desde Santiago.
La pérdida boliviana de 400 km de litoral sobre el Pacífico se origina en la “Guerra del Guano y el Salitre” o “Guerra del Pacífico”, que se libró entre 1879 y 1883. Los beligerantes fueron Chile por un lado, Bolivia y Perú por el otro y se inició cuando, a raíz de la suba de unos impuestos decretada por los bolivianos que violaba según Chile un tratado de 1874 entre ambos. El ejército chileno irrumpió en la zona de Atacama boliviano, y ante la declaración de guerra se sumó Perú, alegando un pacto secreto de asistencia con Bolivia.
Producto de las acciones armadas los chilenos que llegaron hasta la mismísima Lima, se quedaron con la provincia boliviana de Antofagasta; y con la provincia peruana de Tarapacá. .
Estas acciones militares tuvieron una consecuencia directa en Argentina ya que peruanos y bolivianos esperaban que Buenos Aires se involucrara en la guerra en su favor y los chilenos, sabiendo que ésta era una posibilidad concreta, apresuraron a su diplomacia para que cierre un pacto con Roca, que es el origen del Tratado de 1881 que fija los límites entre ambos países a lo largo de toda la Cordillera de los Andes, el estrecho de Magallanes y el célebre canal Beagle.
Argentina no participaría de la Guerra del Pacífico, y a cambio obtuvo sin más el reconocimiento chileno a favor de Argentina sobre toda la Patagonia. Recordemos que pocos años antes el propio Roca había avanzado sobre los pueblos originarios con el Ejército llevando adelante la hoy polémica “Campaña del Desierto”. En Chile el Tratado no sentó bien, y solo se soportó porque la intervención de Argentina a favor de sus rivales hubiera puesto a los chilenos en una situación delicada. Para Argentina supuso una brillante movida estratégica que consolidó el territorio sur.
En 1904 se firmó un tratado que fijó los límites entre Chile y Bolivia con el incremento territorial que los chilenos obtuvieron por las armas. Y éste es el argumento de Chile, hay un tratado que fijó límites de manera contundente, y orden internacional requiere estabilidad de fronteras.
Los bolivianos reconocen el tratado, pero invocan un “derecho de expectativa” generado  por numerosos encuentros de mandatarios de ambos países en los que los pares chilenos manifestaron

 que darían a Bolivia una salida al mar y arguyen, que ésta expectativa generó el derecho a su satisfacción. Chile alegará, ésta semana, que el “derecho expectaticio” no existe, que hay un tratado vigente anterior a la constitución de la CIJ y que por tanto no es competente y el caso debe ser desestimado.
Para el gobierno de Evo la cuestión se ha transformado en una “patriada nacional”, el estudio del caso es obligatorio en las escuelas y un himno dedicado a la zona perdida se canta en los actos oficiales.
La demanda pide que Santiago se siente a negociar la salida boliviana ,al mar, y la primera batalla legal está en desarrollo pero lo cierto es que los bolivianos tendrán que luchar mucho por ver satisfecho éste viejo anhelo.
Javier Barden encarna a Ramón Sampedro en la aclamada película “Mar adentro” del director Alejandro Amenábar, y en una de sus frases nos dice: “Mar adentro, mar adentro. Y en la ingravidez del fondo, donde se cumplen los sueños, se unen tantas voluntades para cumplir un deseo.” Un deseo boliviano.