viernes, 22 de agosto de 2008

CAMPO, GOBIERNO Y RICHARD RORTY

Producción agrícola y retenciones. Gobierno Federal y región sojera. Ganancia y redistribución. Derechos individuales y Justicia social. Legisladores dudando entre el voto partidario y el voto por su provincia o su conciencia. En los últimos meses los argentinos vivimos pendientes de la resolución de un conflicto que directa o indirectamente nos involucra a todos. Ante esta serie de binomios entre los que se debate la sociedad surgen claramente dos posiciones, dos palabras, lealtad y justicia.
Cobos se debatió entre lo que se presentaba como un voto justo y la lealtad al equipo político al cual estaba integrado. Un diputado se debatió entre el voto a favor de las retenciones, planteado como justicia distributiva y la lealtad al pueblo de la provincia donde fue elegido; y en el caso de un senador, su lealtad a la provincia que representa.
Se han argumentado razones y se opusieron valores y sentimientos y, no obstante, el dilema era tan sutil que la resolución final fue mediante un desempate. Así de reñida fue la cuestión, en las Cámaras, y en las ideas.
Luego de escuchar infinitamente a cada parte, personalmente sigo sintiendo la sensación de que el debate político adeuda otra argumentación, alguna idea más que nos explique cuál fue el conflicto filosófico y político que jugó en el transfondo de las retenciones. No rechazo los argumentos vertidos, digo que hasta este momento, no me alcanzaron para entender satisfactoriamente que estaba pasando. No busco un argumento que justifique a una de las partes como la que tiene razón, busco entender el conflicto, más allá del ganador.
Hasta que, como mucho en la vida, casualmente me encontré con Richard Rorty. Encontré en su trabajo “La Justicia como lealtad ampliada” mi respuesta que me ayudó a comprender el por qué de los conflictos vividos. No quiero decir más que lo dicho, no es la verdad absoluta, no es suscribir a todo el sistema de Rorty, es una manera de entender la realidad desde una óptica.
En tiempos en que la filosofía analítica arrasaba en las universidades norteamericanas, Richard Rorty pateó el tablero y las expectativas en él puestas, y siguió su propio camino filosófico. No es el momento de analizar su obra, pero sí el de desafiar al lector a hacerlo. Ahora me quedaré con la idea subyacente en el trabajo referido.
Rorty plantea la siguiente situación: si un familiar, por ejemplo nuestro hijo, comete un delito y es perseguido por la policía, seguramente la mayoría no dudaría en tratar de protegerlo, brindar una coartada, o solucionar la situación de alguna manera que no implique su castigo. El problema aparece cuando producto de esta ayuda, un inocente es culpado, pues nos desgarraríamos en un conflicto entre “lealtad y justicia”. Pasando a un ejemplo más concreto, no tenemos problema (dice Rorty) en que nuestra producción de zapatillas se realice en el tercer mundo, es justo el desarrollo de los países emergentes, pero la situación cambia si eso implica la desocupación de esa mano de obra en nuestro país. Justicia. Lealtad. No será que lo que llamamos justicia no es otra cosa que un círculo de libertad mas amplio, con lo cual lo único en juego en este conflicto es una cuestión de lealtad? Así el dilema de las retenciones no tiene que ver ni con valores como la justicia ni la igualdad, simples nombres para designar un conflicto de lealtades.
Claro que no es fácil desprenderse de los paradigmas morales modernos, derivados la razón y no de los sentimientos
Es que para Rorty, la moral no es producto de una derivación racional universal, sino que se compromete con el sentir de un grupo de pertenencia, a la forma de vida que forja una identidad. Así entendida, el círculo de lealtades tiene implicancias muy importantes y explican la realidad desde una visión totalmente distinta. Cuanto más estrecho es el círculo, más densas son las valoraciones morales que compartimos, y estas se van atenuando a medida que se amplía el círculo de pertenencia.
Esta breve semblanza rortyana nos ayuda a entender el conflicto desatado por las retenciones, un conflicto de lealtades entre el círculo del agro y el círculo federal, entre la pertenencia a nuestro provincia y la pertenencia a un partido, entre la pertenencia a la amplia sociedad argentina sujeto de la redistribución y la más estrecha lealtad a los productores de la propia provincia, vecinos, amigos, parientes.
El conflicto de Cobos se resolvió por la lealtad a un círculo, el que lo cobijó en la provincia a la que volvió, por sobre el círculo más amplio, sea de una estructura partidaria de alianzas transversales, o el de unos supuestos destinatarios de la redistribución, difusos y tenues. La cuestión es un claro de ejemplo de un modo de entender la moral, de entender la vida de acuerdo a la tensión de nuestras distintas lealtades. En el fondo, ahí se redujo la cuestión. Al menos, poniéndonos por un rato los zapatos de Richard Rorty.