jueves, 11 de agosto de 2016

DONALD TRUMP Y LA REBELIÓN DE ATLAS

Donald Trump, candidato republicano
La irrupción de Donald Trump en la política norteamericana fue recibida casi como chiste, como una excentricidad más del ultra-millonario de peinado ridículo; tan solo meses atrás al rey de los negocios inmobiliarios no se le daba posibilidad alguna en la carrera presidencial; sin embargo a medida que las elecciones primarias del partido republicano avanzaban se fue consolidando sobre sus adversarios, hasta dejarlos fuera de combate.
La figura de Atlas, colosal estatua ubicada en Manhatan, NY, sostiene sobre sus hombros al mundo. Para la autora Ayn Rand, el Titán representa a los empresarios, hombres que por mérito propio han logrado llegar a ser lo grande que son, y que se han cansado de sostener a otros. Y se rebela.
Ayn Rand
Las declaraciones de Trump son escandalosas pero, en mi opinión pensadas y calculadas. Sus furibundos comentarios contra los mejicanos, contra los musulmanes, contra todo tipo de refugiados encendieron las críticas y no se detuvo; continuó contra la patria financiera de Wall Street, contra la clase política, y las políticas de ayuda pública, contra la política internacional de
la Casa Blanca y hasta se dio lugar para realizar desagradables comentarios misóginos incluyendo a Hillary Clinton. Y Mientras las críticas arreciaban, tales comentarios dieron en el blanco: sumar primero a los pequeños y medianos grupos de descontentos de la sociedad norteamericana.
De pronto, quienes estaban sin trabajo vieron en los inmigrantes una competencia y en Trump un defensor que promete su expulsión; quienes sufrieron o se indignaron por los escándalos de las burbujas financieras y el rescate de los grandes bancos escucharon a Trump arremetiendo con dureza; quienes están en contra del gasto militar o de enviar soldados a morir en las guerras que el “Imperio” lleva fuera de sus fronteras aplaudieron al millonario que promete poner fin a tales empresas, quienes se molestan con la suba de impuestos para ayuda social ven en Trump a quien les promete borrar estos planes. Machistas y reaccionarios aplaudieron al candidato que pronunciaba peligrosas vulgaridades en las que se regocijaban. Sin tener nada en común, todos estos grupos de “enojados” o reaccionarios (dejemos “indignados” para otras expresiones política que son hasta incompatibles con estos grupos) se transformaron en el primer caudal electoral de Trump.
¿Qué ven los norteamericanos cuando ven a Trump? Ven al candidato que dice lo que su enojo quiere escuchar; pero siguió sumando votos porque también es un millonario exitoso y con un “raro” carisma que tiene seguidores personales. Cómo explicar la seducción de un personaje fanfarrón, despectivo, que mira de reojo y desde arriba, un rico que no pide permiso. El “ángel” del carisma no tiene explicación, se tiene o no se tiene y posiblemente los norteamericanos ven en Trump un fuerte anhelo de individualismo desbocado, un super hombre de acero verde de grandes méritos que promete acabar con muchas de sus frustraciones, y luce con el poder de lograrlo. ¿Ven en Donald Trump al Atlas rebelde de Ayn Rand, luchando por desembarazarse de las pesadas cadenas que ven muchos norteamericanos en su actual sistema social? Ésta mirada cosecha tantos elogios como viscerales críticas.  
En el ascenso de Trump también hay que contabilizar que sus dos contrincantes en el partido Republicano, Ted Cruz y Marco Rubio (a pesar de encarnar más fielmente que Trump la plataforma republicana) no lograron convencer como la opción de renovación del partido y de la política.
Zygmunt  Bauman
Sinuosas, las declaraciones de Trump son en muchos casos hasta contradictorias con su propio partido, encarnando de alguna manera una configuración de ideas que se va adaptando a los distintos recipientes de descontento sobre los que se vuelca como un líquido se adapta a los distintos envases posibles de una sociedad individualista, donde todo pasa y se transforma vertiginosamente, cambian los trabajos, las ideas, las relaciones, los nombres propios. Tal como Zygmun Bauman predijera, la Política de la Modernidad Líquida también lo es. 
En ésta sociedad posmoderna Trump emerge como el candidato que representa  al viejo pero actual individualismo feroz y egoísta ahora combinado con ésta nueva realidad, caracterizada por Bauman, mientras que Hillary Clinton, más tradicional, sea más sólida, o menos “líquida”. Probablemente sea una lucha que enfrente mucho más que a dos partidos políticos sino a dos maneras distintas de vivenciar los valores sociales.