sábado, 17 de enero de 2009

JUAN LÓPEZ Y JOHN WARD de J. L. Borges

Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los catógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.

LA GUERRA NO ES JUEGO NI ENTRETENIMIENTO, ES NEGOCIO PARA POCOS, Y MAL DE MUCHOS. ESTAS PALABRAS DE BORGES MUESTRAN SU ABSURDO. PUDIENDO SER HERMANOS Y AMIGOS, CADA UNO ES CAIN Y ABEL. RECORDEMOS TAMBIEN QUE LAS GUERRAS LAS HACEN LOS POLITICOS Y LOS GENERALES PARA QUE MUERAN LOS SOLDADOS Y EL PUEBLO, MIENTRAS ELLOS SE CUELGAN SUS MEDALLAS, COMPRADAS CON EL DINERO OBTENIDO POR LOS MILLONARIOS FABRICANTES DE ARMAS. ALGUN DIA LO ENTENDEREMOS.

No hay comentarios: