Los
vidrios rotos del Parlamento señalan que la votación por la reforma
constitucional no se ha llevado a cabo. Durante varios días fotos de policías y
manifestantes en las distintas calles de Uagadudú se publican y se miran con
interés, mientras que en 140 caracteres la información se expande resonando
sobre el caos. La población se moviliza y gana las calles. Burkina Faso
“twittea” su revolución, la que acaba con 27 años de Blaise Compaoré que se
exilia en Togo; los días siguientes también serán seguidos por la red.
Se
repite con asombro que las redes sociales han provocado la primavera árabe y
los movimientos revolucionarios que siguieron en un mundo transformado por
internet. Las redes sociales reflejan e informan la realidad o son la realidad?
Es Facebook el sujeto revolucionario de Egipto? Es twitter quien ha expulsado
del poder al presidente de Burkina Faso?

En
el mayo francés del 68 un graffiti recordaba que “las estructuras no salen a la
calle”, la acción requiere un sujeto de carne y hueso que se juegue el cuello
en la plaza, que sufra metiéndose en el barro de la historia, para cambiarla. El
25 de enero de 2011 los cairotas llenaron de emblemática Plaza Tahrir, sin
estas movilizaciones y expresiones de los ciudadanos, Mubarak no hubiera caído.
Burkina
Faso, “la patria de los hombres justos” según la traducción, dijo basta a ese
presidente eterno, y llenaron las calles de gente con grande espátulas de
cartón que simbolizaban el deseo de despegar a Blaise Compaoré del poder. No
cabe duda que el sujeto de éste hecho político fue el ciudadano, sin embargo
tampoco debemos caer en el extremo de no reconocer el papel fundamental que las
redes sociales jugaron en éste hecho político. Cada deseo de libertad expresado
desde un blog en un “muro” comunica a quien lo lee que no está solo, cada foto
tomada en la calle revela al otro que ya están allí, invitándolo, conminándolo
a sumarse, coordinando inevitablemente una acción espontánea, quizás la más
difícil de las jugadas. La consigna finalmente fue bloquear el acceso al
Congreso para que no se pudiera votar una nueva reforma constitucional que
permitiera una nueva reelección, y se logró.
Lacan
explicó que quienes salieron a la calle en París del 68 lo hicieron en razón
del cambio en las estructuras, quizás podamos tomar algo de ésta idea y
reubicar qué lugar ocupan las redes sociales en los movimientos políticos. Sin
dudas son mucho más que un mero instrumento, las redes informan, transmiten y
lo hacen desde un lugar nuevo, desde la multitud, descentrando los canales,
poniéndolos con una inmediatez extraordinaria en cuanto al tiempo porque se
generan en el momento mismo de los hechos, pero también desde el lugar de la no
intermediación de las empresas audiovisuales lo que asegura un plus de
libertad. También es opinión dinámica que se debate y transforma en tiempo
real, que fluye y llega a todos, que influye y es influida. Se construye entre
todos. Y coordina, encuentra a los interesados, los acerca y los compromete,
abre la puerta de las mentes y de la calle, de las plazas, del espacio público.
Twitter funciona por sobre todo como una red de información pero las redes
sociales como Facebook, más amplias en la interrelación entre usuarios, pueden
también transformarse en canal de información, de hecho lo hacen. Los blogs
juegan su rol como medio de opinión independiente. Por supuesto que es poder
también accede a la red y cuenta con sus propias cuentas y hackers para intentar neutralizar el ciberespacio. O
directamente encarcela y amedrenta a blogueras y blogueros influyentes.
Pero
sin cuerpo no hay revolución, sin calle no hay protesta. Las herramientas
ayudan sin dudas, la imprenta clandestina es hoy un teléfono móvil que usando
el wifi del patio de comidas de un centro comercial proclama y convoca, pero el
hecho político lo protagonizan mujeres y hombres que se exponen físicamente
frente al poder. Lina Ben Mhenni conocida por su blog “A tunisian girl” aclara
que las redes sirvieron para convocar y unirse, “pero la revolución empezó en
la calle, para nosotros fue una cuestión de dignidad”.

Las
redes sociales canalizan inquietudes, comparten protestan, convocan, pero si la
actividad ciudadana queda allí, es solo una catarsis colectiva que no
fructifica. Si el ciudadano no pone en acción sus derechos, si no se embarra en
la participación activa, controlando, solicitando, peticionando, debatiendo, votando,
si no pone su cuerpo y tiempo en compromiso, las redes sociales no lo harán por
él.
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