sábado, 5 de diciembre de 2015

SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO, MODELOS Y DISCRIMINACIONES


En diciembre de 2015 París será la sede de la Conferencia sobre Cambio Climático que organiza la ONU, y que tiene como objetivo primordial llegar a un acuerdo sobre la emisión de gases que intervienen en la producción del llamado “efecto invernadero” que importa una elevación de la temperatura del planeta. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC en inglés) ha alertado seriamente acerca de las consecuencias climáticas que implican una elevación de la temperatura en 2 grados. Los modelos de cambio climático y sus consecuencias son muchos, algunos alarmantes, la cuestión es cómo entenderlos, reconocer qué grado de certeza tienen.
En nuestra ciudad el profesor Hugo Lanas es un docente de Física con dedicación a la Didáctica de esa disciplina y advierte al respecto que debemos ser prudentes en su consideración porque hacer pronósticos sobre el desarrollo de sistemas tan complejos (como lo son el sistema Sol-Tierra incluidos los eventos atmosféricos) es muy difícil, y atribuir las causas del cambio climático solo a las actividades del hombre (tal como indica el IPCC mencionado o la Convención Marco de ONU sobre Cambio Climático) puede no ser comprobable con certeza; existen modificaciones climáticas que responden a la radiación solar o al complejo sistema atmosférico terrestre. Tanto el Sol como la atmósfera terrestre son sistemas altamente complejos, dinámicos y caóticos, de los cuales aún no se tienen registros confiables y sistemáticos y tampoco se los comprende satisfactoriamente. Esto genera un serio problema para el estudio científico del clima terrestre: la imposibilidad de concluir que el calentamiento global es definitivamente producido por un aumento en el efecto invernadero a partir de la actividad humana (Era Industrial) y no un ciclo más, de largo período, en la evolución del clima espacial cuya causa última, aunque no la única, sería la actividad solar.
Hugo nos recuerda al Dr. Néstor Camino quien indica que quizás debamos comenzar a vivir conscientes de que nunca podremos predecir algunos fenómenos más allá de un gran rango de incerteza, debido ya no a la ciencia sino a la inherente naturaleza caótica de sistemas naturales como la atmósfera terrestre y el Sol.
La investigación espacial permite que contemos con satélites artificiales estudiando otros sistemas atmosféricos en otros planetas, por ejemplo en Marte y Venus y en un satélite natural de Saturno llamado Titán. Cualquier cambio que se produzca en el clima de esos sistemas no se habrá debido a la presencia humana y sus actividades.
Por otra parte, a lo largo de la historia del Planeta (que tiene unos 4500 millones de años), el clima ha sufrido cambios continuos, debido a diversos factores que no implican, exclusivamente, la concentración elevada de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmosfera. Ha atravesado diversos periodos de glaciaciones donde la Tierra se vio envuelta en extensos mantos de hielo, o bien desprovista de este, lo que produjo alteraciones cíclicas en los ecosistemas. Al decir de Barros (2006):
El clima no glacial prevaleció entre 100 y 50 millones de años atras, y desde entonces hasta hace alrededor de 3 millones de años, se sucedieron varios periodos de calentamiento y enfriamiento. Estos cambios parecen haber sido determinados por la deriva de los continentes, que modifico la distribución de tierra y agua, los ascensos de cordilleras y macizos montañosos, los cambios en la concentración de dióxido de carbono y el transporte de calor por el oceano. (p.68)
Por todo esto no podemos, a la luz de los datos que se han obtenido, saber en qué período de cambio (en las características de la radiación solar, de la atmósfera terrestre y de la presencia de los GEI) no encontramos. Pero…

Lo cierto es que estamos enfrentando un cambio climático y éste no repercute de igual manera sobre la humanidad sino que afecta especialmente a las poblaciones pobres de nuestro planeta quienes tienen muchísimos menos recursos para enfrentar las consecuencias desastrosas de eventos climáticos extremos. La desertificación de enormes cantidades áreas cultivables en África deja sin su único sustento alimentario a poblaciones enteras. Las lluvias e inundaciones dejan sin vivienda a miles de personas que deban dejar las tierras donde siempre han vivido para trasladarse a nuevos, extraños y precarios asentamientos; además estas inundaciones vienen acompañadas de enfermedades que golpean a los más vulnerables que no cuentan con los recursos necesarios para atenderse. Desmond Tutu (Arzobispo Anglicano,  sudafricano premio Noble de la Paz 1984) ha advertido de una suerte de “apartheid climático” en el que los pobres son condenados a sufrir las consecuencias de estos cambios climáticos mientras que los sectores pudientes cuentan con recursos económicos como viviendas, alimentos, calefacción, vestimenta, obras hidráulicas, etc. para afrontarlos. Bernardo Kliksberg (siempre dentro del paradigma que atribuye al cambio climático un 98 % de responsabilidad en la actividad humana) advierte que el gran problema es que los centros de decisión del poder no sufren directamente las consecuencias de los eventos climáticos extremos y en todo caso prefieren mantener una estructura productiva de la que se benefician enormemente y que es la gran responsable del cambio climático. Requiere un cambio del paradigma energético y productivo que evite cambios climáticos que consideran sumamente peligrosos e irreversibles desde su óptica.
El Papa Francisco es autor de la Encíclica “Alabado seas” en la que trata lúcidamente la cuestión medioambiental reclamando una ecología integral que contemple las dimensiones humanas y sociales que se ponen en juego para comprender la raíz humana que integra el problema ecológico e invitando a un diálogo que transparente las políticas públicas que se necesita implementar.
Más allá de lo complejo del tema hay decisiones que debemos tomar: utilización de energías limpias, restricción a las emanaciones contaminantes, protección de los bosques tropicales, agricultura inteligente, sanción a contaminantes, la responsabilidad de los países desarrollados en su sistema productivo y sus obligaciones de protección a los respecto de los países en desarrollo, por ejemplo en financiación de obras, sanidad, nutrición, etc. La Conferencia de París tratará de arribar a un acuerdo al que se oponen fuertes intereses económicos. En juego está, quizás,  nuestra casa común.




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