En diciembre de 2015 París será la sede de la Conferencia sobre
Cambio Climático que organiza la
ONU , y que tiene como objetivo primordial llegar a un acuerdo
sobre la emisión de gases que intervienen en la producción del llamado “efecto
invernadero” que importa una elevación de la temperatura del planeta. El Panel
Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC en inglés) ha alertado seriamente
acerca de las consecuencias climáticas que implican una elevación de la
temperatura en 2 grados. Los modelos de cambio climático y sus consecuencias
son muchos, algunos alarmantes, la cuestión es cómo entenderlos, reconocer qué
grado de certeza tienen.

Hugo nos recuerda al Dr. Néstor Camino quien indica que quizás debamos comenzar a vivir conscientes de que nunca podremos predecir algunos fenómenos más allá de un
gran rango de incerteza, debido ya no a la ciencia sino a la inherente naturaleza caótica de sistemas
naturales como la atmósfera terrestre y el Sol.
La investigación espacial
permite que contemos con satélites artificiales estudiando otros sistemas
atmosféricos en otros planetas, por ejemplo en Marte y Venus y en un satélite
natural de Saturno llamado Titán. Cualquier cambio que se produzca en el clima
de esos sistemas no se habrá debido a la presencia humana y sus actividades.
Por otra
parte, a lo largo de la historia del Planeta (que tiene unos 4500 millones de
años), el clima ha sufrido cambios continuos, debido a diversos factores que no
implican, exclusivamente, la concentración elevada de los gases de efecto
invernadero (GEI) en la atmosfera. Ha atravesado diversos periodos de
glaciaciones donde la Tierra
se vio envuelta en extensos mantos de hielo, o bien desprovista de este, lo que
produjo alteraciones cíclicas en los ecosistemas. Al decir de Barros (2006):
El clima no glacial prevaleció entre 100 y 50 millones de años atras, y desde
entonces hasta hace alrededor de 3 millones de años, se sucedieron varios
periodos de calentamiento y enfriamiento. Estos cambios parecen haber sido
determinados por la deriva de los continentes, que modifico la distribución de
tierra y agua, los ascensos de cordilleras y macizos montañosos, los cambios en
la concentración de dióxido de carbono y el transporte de calor por el oceano.
(p.68)

Lo cierto es que estamos
enfrentando un cambio climático y éste no repercute de igual manera sobre la
humanidad sino que afecta especialmente a las poblaciones pobres de nuestro
planeta quienes tienen muchísimos menos recursos para enfrentar las
consecuencias desastrosas de eventos climáticos extremos. La desertificación de
enormes cantidades áreas cultivables en África deja sin su único sustento alimentario
a poblaciones enteras. Las lluvias e inundaciones dejan sin vivienda a miles de
personas que deban dejar las tierras donde siempre han vivido para trasladarse
a nuevos, extraños y precarios asentamientos; además estas inundaciones vienen
acompañadas de enfermedades que golpean a los más vulnerables que no cuentan
con los recursos necesarios para atenderse. Desmond Tutu (Arzobispo Anglicano, sudafricano premio Noble de la Paz 1984) ha advertido de una
suerte de “apartheid climático” en el que los pobres son condenados a sufrir
las consecuencias de estos cambios climáticos mientras que los sectores
pudientes cuentan con recursos económicos como viviendas, alimentos,
calefacción, vestimenta, obras hidráulicas, etc. para afrontarlos. Bernardo
Kliksberg (siempre dentro del paradigma que atribuye al cambio climático un 98
% de responsabilidad en la actividad humana) advierte que el gran problema es
que los centros de decisión del poder no sufren directamente las consecuencias
de los eventos climáticos extremos y en todo caso prefieren mantener una
estructura productiva de la que se benefician enormemente y que es la gran
responsable del cambio climático. Requiere un cambio del paradigma energético y
productivo que evite cambios climáticos que consideran sumamente peligrosos e
irreversibles desde su óptica.
El Papa Francisco es autor
de la Encíclica
“Alabado seas” en la que trata lúcidamente la cuestión medioambiental
reclamando una ecología integral que contemple las dimensiones humanas y
sociales que se ponen en juego para comprender la raíz humana que integra el
problema ecológico e invitando a un diálogo que transparente las políticas
públicas que se necesita implementar.
Más allá de lo complejo del
tema hay decisiones que debemos tomar: utilización de energías limpias,
restricción a las emanaciones contaminantes, protección de los bosques
tropicales, agricultura inteligente, sanción a contaminantes, la
responsabilidad de los países desarrollados en su sistema productivo y sus
obligaciones de protección a los respecto de los países en desarrollo, por
ejemplo en financiación de obras, sanidad, nutrición, etc. La Conferencia de París
tratará de arribar a un acuerdo al que se oponen fuertes intereses económicos.
En juego está, quizás, nuestra casa
común.
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