En 1921 el filósofo Walter Benjamin compró
un cuadro al artista suizo Paul Klee y vio en “Angelus Novus” (tal el título de
la obra) al ángel de la historia, que contempla un pasado sembrado por los
escombros de la tragedia. Benjamin piensa la historia como una catástrofe única
que amontona escombros sobre escombros. Sin embargo el siglo XX nos mostró que
lo que el hombre hace al hombre no solo afecta vidas, sino que puede llevar al
aniquilamiento de lo “Humano”, Myriam Renault d´Allones nos habla del infierno
antes y no después de la muerte.
Los
genocidios nos colocan en esa situación y por eso quizás persistan sus
negaciones. La obligación es acabar con esa conspiración de silencio.
En julio de 1995, hace 20 años, miles de
bosnios musulmanes buscaban salvar la vida en una de las áreas seguras de Naciones Unidas
en Bosnia-Herzegovina, ese lugar era Srebrenica, un enclave bosnio-musulmán en
una zona serbo-bosnia, la
República de Srpska, que es parte de la hoy Federación
Bosnia-Herzegovina. La Guerra de los Balcanes presentaba atrocidades
conocidas como campos de concentración, limpiezas étnicas, ejecuciones,
violaciones y torturas masivas.

Con
la ciudad ocupada, se realizaron los preparativos de la masacre; primero se
dividió a la población en mujeres, ancianos, niños y hombres, considerando como
tales a todos los varones mayores de 11 años. Gran parte de las mujeres fueron
violadas torturadas y muchas asesinadas; para todos los hombres aguardaba la
ejecución, por lo que fueron trasladados a escuelas, fábricas y bosques fuera
de la ciu
dad donde sistemáticamente fueron torturados y asesinados. En pocos
días, entre el 12 y el 19 de julio de 1995 el operativo genocida de Mladic,
cobró la vida de mujeres, niños, jóvenes y adultos varones bosnios-musulmanes
en un número superior a 8.000 personas.
Se
ha llamado limpieza étnica a éste proceder pero éste término puede ser
utilizado como enmascaramiento de la verdad, puesto que aun hoy se niegan los
asesinatos sistemáticos excusando que la limpieza étnica consistió en
“trasladar” a la población. Los testigos y las fosas comunes ponen la verdad en
una palabra que muchos niegan; esa palabra es genocidio.
El
sociólogo argentino Daniel Feierstein distingue en genocidio un concepto
jurídico de uno sociológico, aclarando en principio que se trata de un
aniquilamiento sistemático de parte de la población como tal. El concepto
encuentra una definición jurídica en la Convención para la Prevención y Sanción
del Delito de Genocidio como la matanza de miembros del grupo, la lesión grave
a la integridad física o mental de los miembros del grupo, el sometimiento
intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción
física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno
del grupo, el traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo; tales
actos son perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un
grupo nacional, étnico, racial o religioso. Quedó fuera de la enumeración la
eliminación de los grupos políticos, por la razón de que muchos países se
sabían comprometidos con ésta situación. La tipificación debe ser revisada.
Feierstein
agrega la noción de genocidio sociológico, como la eliminación no solo física
del grupo en cuestión sino también de las fuerzas sociales que dicho grupo
había construido. Tan importante como la desaparición física del grupo.
La
guerra terminó con un saldo aterrador de muertos y violaciones de los derechos
humanos. Llegaría la hora de las responsabilidades. Mladic fue imputado por el
Tribunal Penal Internacional para la Ex
Yugoslavia por el delito de genocidio, pero permaneció
prófugo hasta su detención en 2011. En 2012 se inició su proceso penal
internacional. Aun hoy en Serbia y República Srpska muchos consideran al
carnicero de Srebrenica un “héroe”.
El
genocidio es el infierno antes de la muerte, es lo inimaginable, es poner al
hombre fuera de la humanidad, es quebrar la idea misma de humanidad, sin
embargo, estas aberraciones son negadas, justificadas, enmascaradas. Se ha
negado el holocausto judío, se sigue negando el genocidio armenio, y nuestra
obligación es estudiar lo que ha pasado, condenarlo y difundir, debatir los genocidios,
sean en Ruanda, Armenia, Polonia, España o Argentina. Solo eso nos devuelve a
la humanidad. Solo eso puede evitar lo que a veces el hombre hace al hombre.
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